02 junio 2007

Condoleezza no puede dar lecciones

Artículo de Pablo Sebastián en Estrella Digital



Llega, por fin, a Madrid la secretaria de Estado americana Condoleezza Rice después de tres largos años de desencuentro entre los gobiernos de España y Estados Unidos por causa de la retirada intempestiva, pero justificada, de las tropas españolas desplegadas en Iraq por el anterior Gobierno de José María Aznar. La llegada de Condoleezza a la capital española ha sido presentada por el ministro Moratinos y el presidente Zapatero como un éxito diplomático al que suman la presencia, ayer en Madrid, del presidente francés Sarkozy y la reciente entrevista en Moncloa entre el primer ministro holandés, Balkenende, estos dos últimos empeñados en una reforma a la baja del Tratado de la Unión Europea que con tanto énfasis apoyó y ratificó en referéndum España. Y toda esta actividad diplomática, precedida de varios meses de clamoroso vacío, ocurre a los pocos días de que Zapatero sufriera, en las elecciones municipales, su primera derrota nacional a manos del PP que lidera Rajoy, en contra de lo esperado en Moncloa, donde se pensaba festejar con políticos de las dos orillas del Atlántico una nueva victoria que no llegó y que pone en cuarentena, dentro y fuera de España, el liderazgo del presidente español.

Sin embargo, el plato fuerte de esta reactivación diplomática se centra en la llegada de la señora Rice a Madrid, que ha sido precedida por unas declaraciones muy críticas de la secretaria de Estado sobre lo que se considera una actitud permisiva del Gobierno de Madrid con el régimen cubano de Fidel Castro, así como con otros líderes de América Latina como el venezolano Chaves o el boliviano Morales. Y todo ello avalado por el discurso de Rice contra de los regímenes que no respetan las reglas de la democracia, los Derechos Humanos y las libertades.

Pero de la misma manera que Estados Unidos puede dar lecciones sobre libertades, Derechos Humanos y democracia si presentan su gran país como modelo, en su política exterior el Gobierno de Washington, el presidente Bush y la secretaria Rice no están en condiciones de dar lecciones a nadie, y menos a España. Ni siquiera sobre Cuba, porque en la isla caribeña la violación de los Derechos Humanos es más flagrante en la base carcelaria americana de Guantánamo que en todo el resto del territorio insular, sin que ello justifique, en modo alguno, la ausencia de libertades y de democracia del régimen de Castro, al que Estados Unidos ha sometido a un bloqueo económico y comercial que no aplican a otras dictaduras comunistas amigas de Washington, como la China, donde las libertades y los Derechos Humanos brillan por su clamorosa ausencia y están en peor situación que en Cuba, o en otras dictaduras aliadas de Estados Unidos, como la de Arabia Saudí, un régimen feudal en el que, entre otros desafueros, las mujeres son consideradas ciudadanos de segunda clase (ya quisieran vivir como las cubanas).

De manera que no está Condoleezza Rice en condiciones de dar lecciones a España por el caso cubano, cuando sabemos lo que hacen con otras dictaduras, cuando ella está implicada en los abusos de Guantánamo y en los vuelos secretos y torturadores de la CIA, y cuando es de todos conocido que ella, en compañía del ex secretario de Defensa, Rumsfeld, y del presidente Bush ha sido una pieza clave en la puesta en marcha de la ilegal, mentirosa y fracasada guerra de Iraq, donde han muerto miles de ciudadanos inocentes, donde han fracasado sus planes de democratización y donde se ha abierto un nuevo foco incontrolable de inestabilidad internacional y terrorismo islámico.

Asimismo, y en contra de la agitación mediática pro Condoleezza del lobby del exilio cubano, las relaciones de España con América Latina deben tener en cuenta la Historia y la cultura que unen nuestro país con las repúblicas americanas, denunciando el embargo de Washington a Cuba y a la vez exigiendo al régimen dictatorial de Castro la apertura hacia la democracia y el fin de la represión a los disidentes políticos, así como el respeto a los Derechos Humanos. Una doble tarea difícil de compaginar que los gobiernos españoles, desde el inicio de la transición, intentaron sin éxito y con distinta actitud, una vez que Aznar —rompiendo la línea de dialogo que habían mantenido otros dirigentes de su partido como Manuel Fraga— se alineó del lado de Washington, en el caso de Cuba y en otras cuestiones como la guerra de Iraq, que condujo al PP a la derrota electoral en el año 2004, que ha provocado una desastrosa salida del poder del trío de las Azores, Aznar, Blair y Bush y que dejará tras de sí un segundo Vietnam.

Defender la libertad y la democracia en Cuba, agarrándose a las faldas de Condoleezza Rice, mientras se oculta la cárcel de Guantánamo, el embargo americano a la isla, el trato desigual de Washington con regímenes dictatoriales similares o peores al cubano, y las mortíferas andanzas guerreras del presidente Bush —que ahora pretende recuperar la guerra fría en Europa con su escudo antimisiles— constituye un ejercicio de cinismo que, además de no solucionar nada en Cuba, quita credibilidad a la merecida denuncia contra el régimen de Castro. Al tiempo que provoca en España un rechazo mayoritario por esta burda simplificación del problema y por causa de la simpatía y del sentimiento histórico y cultural que el pueblo español ha mantenido siempre por América Latina en general, y por Cuba en particular, el último de nuestros territorios de ultramar del que España fue desalojada precisamente por el ejército de Estados Unidos en una guerra tan mentirosa como ilegal, para finalmente imponer en la isla el régimen corrupto de Batista que luego dio paso a la revolución y la dictadura de Castro y que tarde o temprano deberá acabar, en beneficio de la democracia y la libertad.

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