14 noviembre 2010

Sentimientos

Imagen de Sadegh Miri

El calor que desprende la tierra y su fuerte olor recorren mis sentidos.

Miro al final del jardín y arropadas a la vista por las grandes hojas de los acantos, aparecen --apenas- las ramas de un pequeño árbol, joven pero firme, tímido pero capaz de llenar de sonrisas los rincones del jardín.
Llegó una mañana de primavera, hace algunos años. Reconocí rápidamente sus pequeños brotes rompiendo con dificultad la tierra, naciendo a la luz. Pensé que no crecería, que no tendría suerte y me olvidé de él y de que la vida se abre camino insospechadamente y por la fuerza. Permaneció escondido a mi vista y olvidado entre los acantos, haciéndose un sitio poco a poco y llenándose de la sangre que le da la tierra.
Regresé a descubrir lo mucho que ha crecido, lo fuerte que es. Presiento que no podré decidir. Dejaré que la vida siga su curso. Pensé que en el jardín no era bueno plantar más. Pensé que la tierra se agotaría. Que era imposible tanto sentimiento. Pensé que algo tan poderoso, tan grande podría ahogarlo todo. Y ahora –que lo siento- no se qué pensar.

Vino al jardín de la mano del viento de primavera. El viento --mi enemigo de años- ha traído nueva vida al jardín y lloro de alegría y de miedo al sentir como se reinventa y crece.


2 comentarios:

  1. Aquel jardín, aquella tierra húmeda, aquel retoño. Lo es todo, y lo es humilde.

    ResponderEliminar
  2. Los sentimientos nacen, así, casi sin darte cuenta y van creciendo poco a poco. Cuando te das cuenta ya tienes el corazón completamente lleno y no puedes hacer nada. Te inundan el alma y no hay raciocionio que valga. No te parece?

    Muchísimas gracias por tus comentarios J. Carlos y un besote grande.
    @}-}--

    ResponderEliminar

B I E N V E N I D O !
Aquí no eres un extraño