Editado por Editorial Taurus, Madrid 2006
Resúmen del Libro:
Desde el 11 de septiembre estamos viviendo un retorno a la feudalización que ha proporcionado a las grandes multinacionales más poder que el que históricamente han tenido emperadores, reyes y papas. Los nuevos déspotas expolian sistemáticamente a los pueblos menos desarrollados y se apoderan en exclusiva de los recursos necesarios para el bienestar de la humanidad. Para lograr imponer este régimen de sumisión de los pueblos a los intereses de las grandes compañías privadas, existen dos armas que los nuevos señores feudales saben utilizar admirablemente: la deuda y el hambre. ¿Quiénes son estos cosmócratas que privatizan hasta el agua? En este libro revelador se rastrean sus métodos más sutiles, como patentar seres vivos, o imponer por la fuerza los cultivos transgénicos. Además, esta formidable maquinaria, diseñada para someter, maltratar y difamar a la ONU y a su secretario general, y ya no acepta ninguna de las limitaciones del derecho internacional, que se encuentra en estado agónico. Los señores de la guerra económica, no contentos con saquear el planeta, atacan a los Estados, cuestionan la soberanía popular, subvierten la democracia y destruyen las libertades de los hombres.
En todo el planeta se ha instalado sutilmente un imperio de la vergüenza y Jean Ziegler, que da muestras de un excepcional conocimiento del terreno que pisa, hace un llamamiento sin reservas contra éste. En la vergüenza se basó precisamente el impulso revolucionario de finales del siglo XVIII y, ahora, vuelve a haber una revolución en marcha: la insurrección de las conciencias, la insurrección del hambre.
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Reseña de Juan Torres López:
"El imperio de la vergüenza" es el último libro (que yo sepa) de Jean Ziegler, un profesor suizo al que admiro y que en los últimos años trabaja como relator de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación.
Ziegler nos demuestra y denuncia en este libro lo que viene ocurriendo en el mundo en que vivimos: “Los señores de la guerra económica han saqueado el planeta. Atacan a los estados y su poder normativo, cuestionan la soberanía popular, subvierten la democracia, saquean la naturaleza y destruyen a los hombres y sus libertades. Cuestionan radicalmente el derecho del hombre a buscar la felicidad. Ningún contrapoder constituido –ni estatal, ni sindical- está en condiciones de cuestionar su poder absoluto. En las calles de Nueva Delhi, miles de mujeres y niños, ciegos a causa de la nube de Bhopal, viven de la mendicidad. Mientras tanto, los señores de Dow Chemical viven parapetados en su rascacielos de Midland, en Michigan” (p. 271). Y recuerda entonces las palabras de Saint-Just: “Entre el pueblo y sus enemigos no hay nada en común, sólo la espada” (p. 272).
El libro más que un ensayo a base de reflexiones es una suma de experiencias que llevan necesariamente a la reflexión y que incitan, además, a la acción: ¿cómo quedarse quietos ante un mundo como este, cómo dejar de movilizarnos ante la crueldad de los poderosos, aunque sólo sea para levantar nuestro dedo acusador, cómo permanecer impasibles ante el crimen organizado del mercado y del dinero (del “dinero que mata” como recuerda siempre Jean Ziegler)?
En sus veintiún capítulos divididos en cinco partes y un epílogo, Ziegler narra sus experiencias personales como relator de las Naciones Unidas, sus encuentros con los poderosos funcionarios y con la miseria de medio mundo. Muestra la verdadera cara de la violencia, la estructural que mata a millones de seres sin miramiento y explica por qué la deuda externa y el hambre son las auténticas armas de destrucción masiva: ”No hacen falta ametralladoras, napalm, carros blindados para dominar y someter a los pueblos. Para eso, ya está la deuda” (p. 71).
En otros capítulos explica las razones auténticas de la miseria y el hambre en Etiopía, hace reflexiones interesantes sobre la experiencia de Lula en el gobierno, que no en el poder, y en la última parte descubre la verdadera cara de los “nuevos déspotas” (p. 259), arrogantes e impunes ante la muerte que se genera donde imponen su dominación, en todas partes.
El libro termina con un augurio radical, como radical ha de ser por necesidad cualquier atisbo de pensamiento comprometido en la situación en la que hoy día nos encontramos: "no soy un líder sindical -dice Ziegler-, ni el jefe de un movimiento de liberación, sino un intelectual con medios de influencia limitados. Mi libro plantea un diagnóstico. La destrucción del orden caníbal del mundo es el trabajo de los pueblos. Tiene que entablarse una guerra por la justicia social del planeta" (p. 274).
Un libro que hay que leer y que vale la pena difundir.
Es como si, todo lo que está pasando, lo vieramos, desde un sofá, por la tele, ajenos,
ResponderEliminary las consecuencias, después, tambien desde el mismo sofá, por la misma tele,
hasta que nos toque, entonces, ya, no podremos hacer nada
Mira la viñeta de Forges de hoy en El País (la he puesto en el blog). Habla sobre lo que tu comentas. Es algo que tenemos en el pensamiento permanentemente.
ResponderEliminarHa dado en el blanco una vez más,
ResponderEliminarLa verdad es que para poder salir de una conciencia de mero espectador, hablo ya solo de conciencia no de hacer algo, hay que hacer un esfuerzo y salirse de los circulos habituales de informacion, lugares como éste, libros como el que recomiendas aqui son de lo poco que queda...
en el texto que puse el otro dia, "el periodico" queria decir esto mas o menos, ya no peleamos por nada común, es una conciencia individual, por mi y solo por mí... ese mundo de compromiso parece diluido