En los tiempos que marca la vida, en la memoria, en los lugares en los que solíamos estar; nadando en los ríos que nos dejen, nos encontraremos: caminando, cantando o silenciosamente mirándonos como hemos hecho siempre. Volaremos de éste a otro lugar dejándonos llevar solo por la impaciencia de llegar y de ver…. todo.
Echo de menos el movimiento trashumante por las carreteras castellanas... queriendo grabar en la retina aquellos paisajes tan llenos de verano: amarillos y ocres; bañados por la mágica luz del atardecer. El olor a trigo maduro, dorado por el sol… a las lejanas eras, próximas por el viento y por sus sonidos. Echo de menos sentir de aquella forma tan salvaje, tan pegada a la tierra. Déjame regresar a aquellos lugares tan queridos…
Cierra los ojos…
Se acaba el tiempo de vivir y cada día acomodo más las almohadas del sofá de los recuerdos. Dentro de nada me sentiré cómoda en él y me parecerá lejano todo esto que te estoy contando.
He caminado mucho. El viento me ha golpeado muchas veces y los sonidos de las cosas me han distraído en muchas ocasiones de seguir, pero creo que he conseguido dejar, casi siempre, lo hueco de lado; y las ausencias me han enseñado a sujetar con manos firmes aquello que me pareció importante.
Ahora se que coleccionar recuerdos no ha sido mala idea.
Me siento llena de ganas.
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