Llegamos aquí sin mucho equipaje, con muchos recuerdos y alguna que otra pérdida. Solo se trata de empezar otra vez.
27 octubre 2006
El ocaso de los dioses
No hay nadie en la calle, en los ruidos húmedos, en el
vuelo de las hojas y mis pasos quieren reiniciar
las maderas de la adolescencia.
Pero todo está abandonado, no hay nada que pueda
favorecernos; ningún aire de inconsciencia, ningún
reino de libertad. Sólo hábitos tolerantes haciendo
crujir nuestra memoria. "Ha estado bien", decimos.
Dueños del incendio, de la bondad del crepúsculo,
de nuestro hacer, de nuestra música, del único
amor incoherente; soberanos de esa calle donde los
tactos y la impresión hicieron su universo.
Las sombras acarician aún sus veredas, tu mismo
nombre y tu gesto son una forma nocturna que en
esa constelación crece y sabe enrostrar nuestra
culpa.
Y todo termina con una esperanza, con una dilación
–"ha estado bien"–, o en un bostezo, o en otro
lugar donde es menester el coraje.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
B I E N V E N I D O !
Aquí no eres un extraño