Sospecho que la crónica diaria dispone en su amplio inventario de vergüenzas notables ejemplos, cualquiera más dramático que el que hoy me ocupa, pero ninguno más canalla.
El pasado 5 de junio, día mundial del medio ambiente, tuvo lugar en el Palacio de las Naciones de Argel, la ceremonia de entrega de premios a los ganadores del XV Concurso Internacional Infantil sobre Medio Ambiente, concurso auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Entre los niños ganadores se encontraba Raysel Sosa Rojas, un niño cubano enfermo de hemofilia, que había resultado ganador regional de América Latina y el Caribe.
Además del propio presidente argelino Abdelazid Bouteflika y de los representantes del PNUMA, también asistieron al acto representantes de la Bayer, de la Fundación por la Paz Global de Japón, copatrocinadora del concurso, y de la firma japonesa Nikon, incluyendo el presidente de esta compañía.
A todos los niñas y niños ganadores se les entregaron las correspondientes placas de reconocimiento, una camiseta, materiales de dibujo y una cámara fotográfica digital Nikon. A todos… menos a Raysel Sosa, el niño cubano que, sorprendido, observó como él era el único al que no se le entregaba la cámara.
-¿Profe y mi cámara? ¿Por qué todos los niños tienen la cámara y a mi no me dieron ninguna? ¿Mi premio no es igual al de los demás?- preguntó el niño cubano a su profesor y acompañante, Jorge Jorge González.
Cuando Jorge González, igualmente sorprendido, comenzó a indagar el porqué no había cámara para Raysel, además de las burdas excusas de la representante de Naciones Unidas, señora Sorba, tuvo que oír del representante en Argelia de la firma Nikon, Ideo Fújica, que debido al bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, no podían entregarle la cámara ya que ésta tenía componentes estadounidenses.
Ya para entonces en el conflicto se había involucrado el propio embajador cubano en Argelia denunciando la aplicación extraterritorial de las leyes de un Estado en otro, además de la infinita bajeza que suponía dejar al niño cubano sin su bien ganado premio, comprometiéndose, finalmente, Ideo Mújica a comprarle a Raysel, aunque fuera de su bolsillo, una cámara al niño que compensara el atropello y que le haría llegar a través de la oficina del PNUMA en México.
Un día más tarde, el niño cubano y su profesor, a punto de tomar el avión de regreso, todavía esperaban en el hotel argelino que el PNUMA les hiciera entrega del “dinero de bolsillo” comprometido para gastos (300 dólares) y que sólo por la intervención del embajador cubano pudieron cobrar.
Raysel Sosa se llevó de Argelia de vuelta a su escuela de La Habana la solidaridad de los otros niños, de sus acompañantes y familiares, incluyendo la madre del niño estadounidense ganador en su región, todos consternados por lo sucedido.
Lo que cuatro meses más tarde aún no ha recibido Raysel es la cámara prometida, la misma que sí obtuvieron los otros niños, esa cámara con la que Raysel no va a tener necesidad de retener tan dolorosa experiencia porque de la peor manera y a sus poquitos años ya tiene prendida en su memoria, para que jamás lo olvide, qué ruin y miserable puede ser el odio.
PD:Incluyo el correo electrónico del profesor cubano y del centro escolar por si alguien se anima a hacerle llegar a Raysel, su solidaridad y una cámara que no sea Nikon. Jorge2@giron.sld.cu y coloreandomibarrio@gmail.com
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