07 octubre 2010

Ausencias

Una imagen de Queedo

-- Espero que todo te vaya bien!
Una frase que se repite demasiado a menudo y en estos días de crisis, más. La pronuncias y como si se tratara de un encantamiento, inmediatamente, queda un vacío, un hueco difícilmente reconocible. Intentas reconciliarte con el destino y asientes moviendo la cabeza cuando escuchas que no será la última vez que nos veremos, que seguro vamos a quedar, que pasados unos días nos llamamos. Intercambiamos las direcciones de e-mail pero nada de eso es cierto. Después de tantas despedidas una sabe, sin ningún género de dudas, que eso no sucede en el 99% de las veces. Que ese compañer@ se va para siempre jamás y que le perderás la pista en cuanto salga por la puerta. Desazón, tristeza y una enorme sensación de pérdida se te pega al alma, llenando el vacío que dejó en el corazón. Intentas que sus razones y su alegría ahuyenten la oscuridad que deja pero eso solo dura lo que dura su presencia.
Pasado un fin de semana la vida continúa como si nada. Los días pasan, conoces a otras personas a las que darás cada vez menos de ti, que seguramente perderás también en el camino, y un día, no tardando mucho, alguien dirá algo, o verás cualquier cosa que te recordará a aquel amigo que se fue y del que no volviste a saber nada y la tristeza volverá por unos instantes y con ella la desazón y la sensación de pérdida y todo como si se hubiera ido ayer.

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