Pintura: Pablo Ruiz Picasso
Los hombres, como castillos;
igual que almenas, sus frentes,
grandes murallas sus brazos,
puertas que nadie penetre.
Poema: Rafael Alberti.
igual que almenas, sus frentes,
grandes murallas sus brazos,
puertas que nadie penetre.
Poema: Rafael Alberti.
Texto: Vicenc Navarro es catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Pompeu Fabra. Artículo publicado en El País, edición Catalunya, el 29 de marzo de 2005.
La interpretación histórica más extendida hoy en España de lo que fue la República y la Guerra civil es la que asume que la República fue una época caótica de nuestra historia que condujo inevitablemente a una guerra civil de la cual fueron igualmente responsables los dos bandos del conflicto (definidos erróneamente como el bando nacional y el bando republicano), los cuales cometieron el mismo número y tipo de atrocidades y violaciones de los derechos humanos. De esta manera, la versión derechista de la historia de la Guerra Civil, en la que había los buenos (los vencedores) y los malos (los vencidos), se ha redefinido en una postura que se auto-define “de centro”, que asigna por igual a los dos bandos la responsabilidad por tales violaciones de los derechos humanos. Esta interpretación de nuestra historia ha justificado el silencio ensordecedor que ha existido hasta hace poco en nuestro país sobre nuestra memoria histórica, asumiendo que todos éramos culpables de aquel triste pasado, que era mejor olvidar.
Tal visión apareció, de nuevo, en los capítulos de la serie Memoria de España que Televisión Española mostró los pasados días 1 y 8 de marzo. En estos capítulos se informó al público español de lo que fue la República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. En esta narrativa histórica, asesorada por el historiador Fernando García de Cortazar (que ha escrito uno de los textos de historia de España más vendidos en nuestro país) se presenta aquella interpretación de nuestra historia. Sin explicar las causas del conflicto civil, concluye que los dos bandos de la Guerra Civil ejercieron una “idéntica represión” (cita textual del programa).
Tal aseveración es una enorme falsedad. Un mero recuento de las victimas conocidas (y la gran mayoría de las víctimas resultado de la represión republicana son conocidas, pues sus familiares recibieron beneficios y ventajas durante la dictadura) muestra que su número es –según los historiadores Francisco Espisnosa y Francisco Moreno- de alrededor de 37.000 muertos, mientras que el número más conservador de las víctimas de la represión franquista es de 110.000 muertos documentados, a los cuales hay que añadir los muertos como consecuencia de la enorme represión llevada a cabo en las zonas españolas que se caracterizaron por su resistencia a las fuerzas franquistas. De estas víctimas, hay más de 30.0000 cuyo paradero aún se ignora. En realidad, varios historiadores extranjeros que durante la dictadura tuvieron más facilidades de acceso a los archivos españoles que los historiadores del país, han calculado que la cifra más aproximada al número de víctimas de la brutalidad franquista fue de alrededor de 200.000. ¿Cómo se puede utilizar el término “idéntica represión” a la luz de estos datos?.
Como si tal falsificación no fuera suficiente, el programa televisivo mostró con gran detalle la represión republicana, apareciendo abundante número de cadáveres en el cuartel de la Montaña y también los abusos cometidos contra la Iglesia católica, sin citar nunca las participación directa de la Iglesia en la represión franquista, que ocurrió tanto durante la Guerra Civil como durante la dictadura, ni explicar por qué las clases populares odiaron tanto a la Iglesia. En realidad, las causas de la Guerra civil no aparecen en ninguna parte, excepto a un nivel genérico casi caricaturesco.
En la nota de prensa emitida por TVE para anunciar el capítulo de la Guerra Civil, se dice: “La II República tiene prisa por cambiar el rumbo de la historia y construir una sociedad moderna y democrática. Ni la impaciencia de las masas revolucionarias ni la nostalgia de los monárquicos habrían de permitírselo. En opinión del historiador Fernando García de Cortazar, las profundas contradicciones de la sociedad en aquella época desembocaron en la Guerra civil española” Tal como se ha escrito Juan José Sánchez Arévalo (en su carta de protesta a TVE, que no se aireó, a la cual se han sumado otros signatarios y ha sido distribuida por la Asociación para Recuperación de la Memoria Histórica), decir que las “profundas contradicciones desembocaron en la Guerra Civil” es eludir la responsabilidad que tuvieron las derechas españolas en su golpe de Estado, que fue la verdadera causa de la Guerra Civil. Tampoco fue la impaciencia de las masas revolucionarias ni la nostalgia de los monárquicos lo que determinó la Guerra Civil y la dictadura. Otra falsedad fácil de verificar históricamente. El Gobierno republicano –no las masas revolucionarias-, apoyado por la mayoría de las clases populares, quiso hacer una serie de reformas que las derechas en España (no sólo los monárquicos, si no la Iglesia, el Ejército, la burguesía, el mundo empresarial y otros) no aceptaron por afectar a sus intereses y privilegios. Calificar de nacionales estos intereses es un insulto a España.
Hablar de “profundas contradicciones” de la sociedad es pasar por alto la realidad que determinó aquel conflicto y la dictadura. Tal sesgo profundamente conservador se observa también en el capítulo de la dictadura, en el cual no aparecen con detalle las brutalidades ejercidas por la dictadura (torturas en las cárceles, incluyendo violaciones y ataques sexuales, asesinatos y desapariciones, y otros actos todavía ignorados en España). El capítulo, en cambio, se centra en el desarrollo económico, legitimando en cierta manera aquella dictadura como responsable de haber traído el bienestar y la sociedad del consumo. Un supuesto centrista de Cataluña, economista muy visible mediáticamente en nuestro país, repite constantemente: “La democracia la trajo el SEAT, resultado de las políticas económicas del franquismo”, al cual él asesoró.
¿Cómo puede ser que todavía hoy, después de más de 25 años de democracia, se falsifique tanto la historia y no haya una protesta masiva frente a ello?
Tal visión apareció, de nuevo, en los capítulos de la serie Memoria de España que Televisión Española mostró los pasados días 1 y 8 de marzo. En estos capítulos se informó al público español de lo que fue la República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. En esta narrativa histórica, asesorada por el historiador Fernando García de Cortazar (que ha escrito uno de los textos de historia de España más vendidos en nuestro país) se presenta aquella interpretación de nuestra historia. Sin explicar las causas del conflicto civil, concluye que los dos bandos de la Guerra Civil ejercieron una “idéntica represión” (cita textual del programa).
Tal aseveración es una enorme falsedad. Un mero recuento de las victimas conocidas (y la gran mayoría de las víctimas resultado de la represión republicana son conocidas, pues sus familiares recibieron beneficios y ventajas durante la dictadura) muestra que su número es –según los historiadores Francisco Espisnosa y Francisco Moreno- de alrededor de 37.000 muertos, mientras que el número más conservador de las víctimas de la represión franquista es de 110.000 muertos documentados, a los cuales hay que añadir los muertos como consecuencia de la enorme represión llevada a cabo en las zonas españolas que se caracterizaron por su resistencia a las fuerzas franquistas. De estas víctimas, hay más de 30.0000 cuyo paradero aún se ignora. En realidad, varios historiadores extranjeros que durante la dictadura tuvieron más facilidades de acceso a los archivos españoles que los historiadores del país, han calculado que la cifra más aproximada al número de víctimas de la brutalidad franquista fue de alrededor de 200.000. ¿Cómo se puede utilizar el término “idéntica represión” a la luz de estos datos?.
Como si tal falsificación no fuera suficiente, el programa televisivo mostró con gran detalle la represión republicana, apareciendo abundante número de cadáveres en el cuartel de la Montaña y también los abusos cometidos contra la Iglesia católica, sin citar nunca las participación directa de la Iglesia en la represión franquista, que ocurrió tanto durante la Guerra Civil como durante la dictadura, ni explicar por qué las clases populares odiaron tanto a la Iglesia. En realidad, las causas de la Guerra civil no aparecen en ninguna parte, excepto a un nivel genérico casi caricaturesco.
En la nota de prensa emitida por TVE para anunciar el capítulo de la Guerra Civil, se dice: “La II República tiene prisa por cambiar el rumbo de la historia y construir una sociedad moderna y democrática. Ni la impaciencia de las masas revolucionarias ni la nostalgia de los monárquicos habrían de permitírselo. En opinión del historiador Fernando García de Cortazar, las profundas contradicciones de la sociedad en aquella época desembocaron en la Guerra civil española” Tal como se ha escrito Juan José Sánchez Arévalo (en su carta de protesta a TVE, que no se aireó, a la cual se han sumado otros signatarios y ha sido distribuida por la Asociación para Recuperación de la Memoria Histórica), decir que las “profundas contradicciones desembocaron en la Guerra Civil” es eludir la responsabilidad que tuvieron las derechas españolas en su golpe de Estado, que fue la verdadera causa de la Guerra Civil. Tampoco fue la impaciencia de las masas revolucionarias ni la nostalgia de los monárquicos lo que determinó la Guerra Civil y la dictadura. Otra falsedad fácil de verificar históricamente. El Gobierno republicano –no las masas revolucionarias-, apoyado por la mayoría de las clases populares, quiso hacer una serie de reformas que las derechas en España (no sólo los monárquicos, si no la Iglesia, el Ejército, la burguesía, el mundo empresarial y otros) no aceptaron por afectar a sus intereses y privilegios. Calificar de nacionales estos intereses es un insulto a España.
Hablar de “profundas contradicciones” de la sociedad es pasar por alto la realidad que determinó aquel conflicto y la dictadura. Tal sesgo profundamente conservador se observa también en el capítulo de la dictadura, en el cual no aparecen con detalle las brutalidades ejercidas por la dictadura (torturas en las cárceles, incluyendo violaciones y ataques sexuales, asesinatos y desapariciones, y otros actos todavía ignorados en España). El capítulo, en cambio, se centra en el desarrollo económico, legitimando en cierta manera aquella dictadura como responsable de haber traído el bienestar y la sociedad del consumo. Un supuesto centrista de Cataluña, economista muy visible mediáticamente en nuestro país, repite constantemente: “La democracia la trajo el SEAT, resultado de las políticas económicas del franquismo”, al cual él asesoró.
¿Cómo puede ser que todavía hoy, después de más de 25 años de democracia, se falsifique tanto la historia y no haya una protesta masiva frente a ello?
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