18 abril 2010

Miedo con M de mujer

Fotografía de Maggie Taylor
"
Elevador del estado de ánimo"

Se podría pensar cualquier cosa. Cuando paseas y sientes que unas pesadas pisadas acompañan las tuyas, una podría pensar cualquier cosa, cualquier cosa menos que fueras tú. Te ronda la cabeza la imagen de mil películas y otros tantos telediarios, y de golpe te sientes pequeña, indefensa y nada. Se te pasa por la cabeza cualquier cosa menos que esas pisadas pertenezcan a alguien que busca encontrarse contigo. La noche, los confusos sonidos y esta inseguridad de mujer sola ante un mundo de hombres hacen que el corazón se me salga del pecho y que el pánico se apodere completamente de mi razón y de mis sentidos. Y después sorpresa, alegría, bienestar, tranquilidad y una gran dosis de sentimiento de “ser la tía más ridícula del mundo” sustituyen el sudor frío que comenzaba a correrte por la frente y la espalda. Te desaparece el sentimiento de miedo que minutos antes te inundó completamente, que ocupó todo tu cuerpo y que ahora… mientras hablas con ese “conocido” te condiciona de tal forma que incluso te alegras de ver y sonríes con felicidad a una persona que en otras circunstancias no lo harías. Te sientes manipulada por algo que no controlas y regresa ese sabor en la boca, tan conocido por otro lado por lo habitual, a decepción con una misma, con lo que te rodea, con el mundo y con la vida. Y lo peor, saber con toda certeza, que mañana pasará otra vez… en cualquier calle, en cualquier lugar volveré a sentirme Nada.

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